Mi naturaleza siempre ha sido generosa, dadora principalmente de mi tiempo. El mundo necesita de personas generosas y las veo, están ahí. Nos sentimos bien dando. Unas dan más y otras menos, pero lo que uno siente cuando da, lo que uno recibe cuando da, no se puede explicar con palabras. Como dice Hippolite de Livry: «La generosidad no necesita recompensa, se paga a sí misma».
Desde que yo era pequeña, en mi familia siempre vi a mi alrededor, entre mis mayores, personas entregadas hasta sobrepasar límites. Entendí que uno nunca puede cuestionarse si recibe o no, sino siempre dar, siempre, sin pensar si el otro me da o no me da, o me ha dado alguna vez algo, su tiempo, su sonrisa, un regalo, un abrazo, etc.
Pero a lo largo de mi vida he aprendido que tengo que dar hasta que la dignidad, honestidad e integridad se vean afectadas, no pasarme de esta raya. Hay veces que no me queda más, que me vacío. Lo bueno es que rápidamente me lleno pero necesito recrearme, sentirme primero, y conocer lo que hay, para después darlo.
Hay momentos que surgen y todo sale de mi naturalmente, personas que sientes y te das, y todo brilla, pero hay otros momentos que siento como me arrebatan y me exigen mi entrega. Y esto último no me hace sentir bien. Son esos momentos en los que sientes el deber de dar, es decir, no sale naturalmente. Pero cuando te dispones a dar se te enciende una luce cita y recibes un mensaje interior pi pi piiii…: «mientras piensas, te están robando la energía y ya es una exigencia el que des lo que te piden». Entonces me siento mal y es cuando irremediablemente aparece en mi mente la frase que tantas veces he escuchado: «Manos que no dais qué esperáis», desde la reciprocidad. Y encima me cuestionó a mi misma pensando que la retirada no está bien, que no puedo anclarme en la tontería e inmadurez de «si tu no me das, yo no te doy». Y ahí es cuando llega el bloqueo.
Este momento tan paralizante no da gusto sentirlo porque encima te hace sentir mezquina y mal por ser tan básica al pensar así.
Pero ahí, en ese punto de bloqueo y discordancia contigo misma, es cuando tienes la oportunidad de mirar cómo te sientes y te das cuenta que tienes ante ti a alguien que es un vampiro, alguien que vive a costa de lo que los demás le dan y a los que muchas veces anteriormente sin ser consciente he dado mucho, pero ahora no estoy dispuesta a dar porque me vacía rápido pero me deja grietas en el alma. Teniendo en cuenta que es más importante el concepto de «darse» que el de «dar».
Es curioso, hay gente que se cree generosa y no se da cuenta que da por complacerse a sí misma y por obtener a cambio la admiración. Son esas personas que se desviven y se pasan la vida pasándo la mano y regalándo constantemente alagos, ofreciendo su tiempo, quizá haciéndose víctimas si es necesario para obtener a cambio caricias, pero su ceguera no les deja ver que en el fondo lo hacen para crecerse con los demás, con su admiración por ellos, porque en el fondo su autoestima es muy baja.
Ahora dejo que mi alma de libremente con quien se le escape ser generosa, y los vampiros los dejo con su sed hasta que aprendan a dar y se conozcan.
Una frase de Teresa de Calcuta que me parece muy fuerte dice: «El que no sirve para servir, no sirve para vivir». Que me perdone esta gran señora de la que tanto he aprendido y con la que alguna vez me escribí, pero en esto no estoy de acuerdo. La vida nos enseña, y todos los que están abiertos a aprender, cambiar y crecer vivirán una gran vida, llena de satisfacciones y desde el alma, desde el interior y con la conciencia encendida como una luz de faro que siempre indica el camino.
«A veces la generosidad implica dejar ir y que otros crezcan por sí mismos, aunque ello te cause dolor» (M.Sánchez)
Y aquí dejo hoy escrita mi reflexión de estos dos últimos meses, de los que tanto he aprendido y que doy gracias. Quizá me queda mucho todavía que aprender sobre este gran valor, pero hasta aquí he avanzado.
Marla Sánchez
Coach Holístico Sistémico
Personal, Educativo y Musical
Capacitación docente en Neurociencias
Inteligencias múltiples
Programa de desarrollo de habilidades especiales
Querida Marla,
Muy bien redactado, como siempre… 🙂
Tal vez solo sea mi forma natural de darle vueltas a las cosas, pero en la frase de Teresa veo un doble sentido «el que no sirve para servir, no sirve para vivir», creo que a la parte no visible de sus palabras, ya misma respondiste tú… » a veces la generosidad implica dejar ir… ( y sí nuestros deseos se enfocan en que crezcan por si mismos, cruzamos los dedos o juntamos las manos y dejamos que suceda lo mejor) …
-Desear algo bueno para los demás sigue siendo servir al prójimo!!
Este texto me recuerda nuestra conversación.
Niña, que grande eres que de los dolorcillos del corazón creas lecturas de crecimiento para los demás y para ti misma.
Gracias, de parte de una recién llegada a tu vida, de forma casual. Me encanta leerte porque rescatas de las palabras los pensamientos que otros compartimos.