EL VALOR A LA PALABRA, SE LO DA LA CONSCIENCIA
A veces, cuando voy conduciendo, reflexiono sobre cosas de la vida y hechos que me vienen a la mente. En realidad, vivir es complicado por el simple hecho de que cada persona es un recipiente que contiene tanta sustancia… Negativa o positiva, toda en juego ante circunstancias que son dirigidas por el subconsciente, inconsciente o consciente. Todos nosotros actuamos y nos relacionamos condicionados la mayoría de las veces por aplicaciones, resultados, frustraciones, traumas, creencias, análisis de hechos que pertenecen a nuestro pasado con un aprendizaje negativo o positivo. Sin embargo, todo ese aprendizaje nos condiciona y no nos deja actuar libre y re-flexivamente ante lo nuevo verdaderamente como algo nuevo, sin comparar con algo ya vivido. Esto significa salir del área de control y estar abierto al nuevo aprendizaje.
La vida te trae y te lleva, te marca enseñanzas que se repiten una y otra vez hasta que has aprendido lo que tenías que aprender. Y con el tiempo te las vuelve a traer, por si todavía te queda algo por aprender sobre ello o simplemente para reconocerte y ver que esa ya te la sabes. Y así para todo en la vida.
Hablando el otro día con un cliente en sesión sobre la asertividad, me mostraba un hecho con el que me sentí identificada de alguna manera porque tiempo atrás lo había vivido. Hablábamos de que hay personas que no te permiten ser asertivo. Y en parte podría ser pasividad, pero a esta le doy una razón de ser. Ser asertivo es decir educada y libremente aquello que piensas y sientes.
Hay personas que te enmudecen con el trato. Personas que con el mal humor o una personalidad hermética hacen que la prudencia sea un ahogo lento y amargo. Seguramente es una forma de mal-trato sutil.
También existen personas que no aceptan tus razonamientos e interpretaciones cuando se trata de ellos. Personas que responden a tus interpretaciones neutras con sus interpretaciones negativas, que normalmente están basadas en su pasado y forman parte de circunstancias y hechos con los que no han madurado.
Otras personas que te dan guantazos con ofensas disimuladas públicamente, con reflexiones o palabras en forma de humor, que salen entre sonrisas de manera muy hábil y que hacen que no sepas cómo responder. Lo quieres hacer educadamente, pero su estrategia o sentimiento negativo expresado desenfadadamente, hace que no sepas como darle la vuelta. Y a veces ni tienes ganas de entrar en el juego, por lo que callas. Esta forma de mal-trato es más evidente, aunque sigue encubierta y aceptada por la carga de «humor» que conlleva.
Se puede descubrir la intención de la intención, que normalmente permanece oculta a quien la prodiga, pero después de un tiempo es revelada a quien la sufre. Al fin y al cabo son personas que contienen cierta envidia, rencor, que son bastante necias, que viven en la ignorancia y la inconsciencia. Se sienten grandes cuando pisotean a otro. Yo he decidido que solo les concedo el respeto y la prudencia en primer plano, y cuando aprieten mucho las clavijas, les guste o no, seré asertiva.
Existen personas que son dañinas camaleónicas o dañinas sutiles (mal-tratadoras). Bajo la apariencia del cariño y la cercanía, la amistad o los lazos familiares. No se si el lector se ha visto envuelto en situaciones parecidas a las que estoy hablando.
Cuando te encuentres apagado, enmudecido por alguien continuamente, que te deja perplejo y no sabes qué decir, que te hace sufrir, te hiere en silencio en forma de maltrato encubierto, la señal de alarma está presente en tu vida. Has comenzado a entrar en un proceso de intoxicación.
Ante todo, debemos de comprender que todos nos encontramos en nuestros procesos de aprendizaje y que debemos respetar el proceso del otro, pero no por ello dejar que nos machaquen. Simplemente tomar distancia con quien no me aporta nada bueno. Y si las circunstancias de la vida hace que alguna persona de este tipo se acerque a mi vida, es porque también tengo que aprender algo. Esto lo tengo muy claro, me cueste la vida entera aprenderlo.
Si algo aprendí hace unos años fue que el respeto no va ligado al control, sino al trato, al no juicio, a la comprensión y al amor, y que puedo contestar educadamente y soltar lo que pienso y siento libremente y de buena manera.
Pero después de aprender esto, apareció una persona en mi vida que de manera muy hábil me atacaba con palabras agridulces y buen humor, haciendo calificaciones sobre mí de manera graciosa, con lo cual me impedía ser asertiva, porque le dijera lo que le dijera, según esta persona, era yo la que me lo tomaba a mal y en serio. Lo suyo era siempre «humor» que yo parecía no comprender. Esta persona buscaba siempre hacerlo delante de otras personas para que le rieran la gracia. Si yo decía algo, ante todos parecía que yo era incomprensiva, que me tomaba mal la broma y que no tenía humor, con lo cual me quedaba callada y como un disco rayado pensando si era yo la que me lo estaba tomando a mal de verdad. Más aprendizajes en mi vida.
Necesité tiempo para darme cuenta que esa persona lo único que quería era hacerme sentir pequeña con sus comentarios, especialmente cuando aprovechaba que había gente delante, para que todos se rieran y yo no pudiera decir nada. Especialmente para no sentirse pequeña ella ante mí. Y entonces me di cuenta que correcto era el silencio, que aunque otros entiendan que eso es ceder, ser pasivo o víctima de lo que la otra persona dice, a veces ese silencio contiene la gran sabiduría de no dañarte internamente ni dañar la naturaleza ni la intención más allá de la propia intención oculta del otro. Y por supuesto, ese silencio es más útil para ti que para el otro. Obtienes la sabiduría, y una vez que la obtienes te dan igual los hechos, porque esta misma contiene el respeto y el amor y el mirar con más altura los hechos. El valor que este silencio tiene es incalculable, a pesar de que nadie alrededor lo comprenda. Y cuando llegamos a este nivel de comprensión nos produce una maravillosa calma, que aseguro al lector, tiene mucho poder.
Lo mejor de estas cosas dañinas, es que si siempre lo haces delante de las mismas personas, al final “se te ve el plumero” (expresión que utilizamos en España para decir que las intenciones quedan a la vista de todos). Y esto hizo finalmente que nadie le hiciera caso y le siguiera el juego maléfico, y esta persona se fue degradando por sí sola. Sus palabras se esfumaron, su sentido de la humanidad quedó mermado, sin embargo yo, descubrí algo muy grande y maravilloso, el poder del silencio y de la calma que aportó mucho y engrandeció mi consciencia.
El respeto ante todo, pero si en algún momento tu mente y tu corazón te permite soltar lo que piensas asertivamente, no lo dudes, hazlo. Sin embargo, antes de hablar, como dice el proverbio, pregúntate si lo que vas a decir es verdad, es útil y si vale la pena perturbar el silencio con lo que quieres decir.
Conclusión: Cuando vivas tu silencio con sabiduría y no con frustración, avanzarás más rápido en tu evolución y despertarás más tu consciencia en el camino de la vida. Tus palabras tendrán más valor, tanto valor que harás más silencio en tu vida.
Marla Sánchez
Coach Holístico Sistémico
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