La felicidad siempre está en la cuerda floja.
Cuando generalmente se tiene una actitud y estado de felicidad, ocurren situaciones a nuestro al rededor que tiran de ese estado, a veces incluso lo tambalean.
Cuando era joven, caía y volvía a caer. La adolescencia en su estado más puro es constantemente desequilibrio y equilibrio a prueba de bomba. Todos la conocemos. Y las experiencias de la vida nos llevaban a un sentir muy profundo de las cosas y encontrarnos arriba en lo más explosivo de las emociones o abajo en el sótano oscuro.
El paso de los años, la madurez y la aventura de la consciencia y del crecimiento personal ayudan a uno a enfrentarse a este tipo de situaciones y procurar un temple óptimo y ecuanimidad para mantener ese estado en un nivel más o menos equilibrado de felicidad. Porque de alguna manera se hace necesario viajar por la vida con esa actitud. Entonces ves las cosas de otra manera. Sin embargo, a su vez, si no procuras ese crecimiento interno sigues siendo presa de esos altibajos que pueden derivar en trastornos mentales con los cuales es más difícil convivir.
Mi mayor inquietud en la vida ha sido siempre el conocimiento y la búsqueda de la sabiduría, la fe cierta y la constancia de un trabajo interno, caminando y aprendiendo y observando cuanto hay a mi alrededor que también me dice y me enseña mucho. Vivir ralentizando momentos para exprimirlos y llevarme toda la sabiduría que de ellos emana, mirar con más profundidad las cosas.
Cuanto más creces, más herramientas obtienes, más paciencia, contancia para el entrenamiento, tolerancia para vivir los atentados por parte de otros, y otros valores desarrollas para enfrentarte a estas situaciones. La vida es como un videojuego y aprendemos a pasar pantallas o a repetir las que haga falta, pero sobre todo avanzar.
Sin embargo, cuanto más avanzas y mejoras ese estado óptimo, más grandes son los retos que te encuentras, más grandes se hacen las situaciones que tiran de ti o te empujan a perder el equilibrio. A veces, las resuelves rápido, otras se instalan intentando que agotes la paciencia y tu estado óptimo se vaya al carajo.
Por ese motivo, uno siempre anda en el juego y el mareo, en el vaivén del equilibrio.
Si algo realmente me hace volver a ese estado óptimo, es confiar plenamente que el universo, la vida, dios, energía, fuente, maestros, inteligencia superior, etc o como quiera llamarle el lector, nos guía en el paso por la vida a través de todas esas pantallas de “videojuego”. Y si tengo que repetir, pues tengo que repetir y cada vez poner más atención. Al final, siempre estoy más orgullosa y satisfecha de mi camino y de aquellas cosas que aprendo por mi misma y por mediación de otros, de manera positiva y de manera negativa, porque todas ellas me dan distintas perspectivas.
Y cuando esas situaciones provocan dolor porque las causa otra persona, solo pienso en el dolor que también le causa a la otra (aunque no lo comprenda), sin embargo, ambas partes tenemos que aprender juntas. Todos aprendemos unos de otros, y muchas veces, aprendemos lecciones muy duras. No tengo por qué entender la otra parte, solo la mía, y respetar el proceso de la otra persona me guste o no. Solo así vuelvo a encontrarme en calma y volver a ese punto óptimo y margen de equilibrio que necesito para vivir felizmente.
Marla Sánchez
Coach Holístico Sistémico
mdsanlop@gmail.com
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