El estrés es una respuesta, una reacción de defensa físico- emocional del organismo, frente a diversos estímulos que el organismo interpreta como una amenaza, esta forma de stress es considerado positivo ya que prepara al organismo para la lucha o la huida frente a estímulos que pudieran ser amenazantes para el mismo.
En general, los seres humanos tendemos a creer que el estrés es consecuencia de ambiente y circunstancias externas a nosotros, cuando en realidad es un proceso de interacción entre lo que ocurre en el entorno y nuestras respuestas cognitivas, emocionales y físicas. De esta manera, cuando la respuesta de estrés se prolonga o intensifica en el tiempo, nuestra salud, nuestro trabajo, incluso las relaciones personales o de pareja se pueden ver afectadas.
El distrés o estrés negativo, provoca daños, especialmente la disminución de las defensas del organismo, impacto perjudicial sobre el sistema cardiovascular, trastornos metabólicos y psicológicos. Y es muy importante evitar que se haga crónico.Lo ideal es prevenir y hacer frente al estrés, reconociendo cuándo aumentan nuestros niveles de tensión y ante qué situaciones o estímulos. Cambiar las maneras de enfrentarnos a las situaciones estresantes, incluir actividades físicas para mantener un buen equilibrio, alimentación saludable, descanso y disfrutar de lo que nos gusta más… meditación tipo yoga o tibetana… que se trabaja mente, cuerpo y espíritu y un propósito de disfrutar del aquí y el ahora.
Este verano no he tenido vacaciones, más bien podría decir que no he cogido días para descansar y desconectar, pues he tenido trabajo continuo y mucho que estudiar. Mis niveles de tensión fueron subiendo casi sin darme cuenta con lo cual comenzaron a bajar las defensas. Cuando me di cuenta, mi mente llevaba demasiada velocidad y tenía que poner solución rápidamente.Algún verano no he podido ir de viaje porque el coche se ha llevado el dinero reservado para este fin, otros veranos no hemos tenido hucha, y otros, pues hemos viajado en plan turista a algún lugar. Pero esta vez, algo dentro de mi pedía otra experiencia más vital, más profunda y retarme a dejar el cerebro en recepción.
Así que, por primera vez en mi vida, tras llegar al límite, me propuse hacer lo que nunca había hecho por mí y disfrutar de cada momento como si fuera el único. Gastar un dinero en placer, relax y descanso, en vez de hacer el típico viaje turístico donde uno acaba más cansado de recorrer ciudades y pueblos, y que al menos a mí, no me relaja mentalmente.
Queridos lectores, es la mejor elección de mi vida. Absoluto y maravilloso bienestar que sana cualquier estrés mental y corporal y en consonancia con el alma.
Me fui unos días a un hotel que tiene un centro de thalassoterapia: clima, agua de mar, lodos marinos, algas… y balneario con piscinas con chorros, ducha vichy, jacuzzi, etc.Cuando llegué el primer día, pensé en dejar el móvil en la habitación en modo silencio y si era posible, dejar a un lado la tentación de mirar el correo electrónico. Después, no dudé en ponerme el bikini, gorro y albornoz y entrar en esa piscina termal salada llena de chorros de distintas clases y ducha vichy.
El agua de mar contiene más de 80 elementos fundamentales para el organismo y una concentración iónica de calcio, magnesio, sodio, silicio, yodo y otros oligoelementos. Por osmosis y a una temperatura entre 35º y 37º, a través del masaje mecánico del agua, estos bioelementos penetran en nuestro organismo, ayudándole a recuperar el equilibrio. Además, por la elevada densidad (que hacía fácil poder hacer el muerto y flotar con ligereza), el agua posee un elevado poder hidrostático que estimula la circulación de la sangre y linfática, y contribuye a la relajación muscular.
Los baños debían ser de media hora, descansando otra media hora. Y así me pasaba todos los días. El segundo día, logré relajar el cuerpo en su totalidad, pero me era desagradable y bastante desequilibrado el sentir que mi mente todavía tenía mucha velocidad de pensamiento, inquietud y activación de ideas. Viendo que mi situación cambiaba lentamente, decidí hacer otra cosa que nunca había hecho: un masaje corporal relajante, un bien para mi cuerpo y mi mente. Fue un tanto extraño, pues me lo dieron bajo una ducha y me cubrieron de lodo mientras me masajeaban, pero aún así, decidí no pensar ni poner ideas en ello. Disfruté cuanto pude y hasta me reí.
Tras ese masaje me fui de nuevo a la piscina termal. Algo maravilloso ocurrió cuando estando sentada dentro de la piscina, recibiendo la fuerza de los chorros en mis lumbares y piernas dentro de un hidromasaje, mirando a la lejanía sin pensar en nada, me vino la frase: “en este lugar del mundo…”. Esto me hizo entrar en meditación con serenidad, que desde hacía meses no conseguía. En este lugar del mundo… estoy yo. En un lugar que me hacía ver que realmente soy un punto insignificante dentro de lo que conforma el universo. No vivo el momento porque estoy demasiado pendiente de lo que va ocurriendo por delante… En este lugar del mundo… estoy yo conteniendo toda mi energía y llevándola a un estado de serenidad y absoluta expansión, porque a la vez que siento que soy única, comprendo que hay muchos lugares en el mundo donde también hay seres únicos. Entonces, me di cuenta que mi mente había conseguido el equilibrio con mi cuerpo y espíritu, logrando la absoluta relajación.
Pude así en otro momento parecido sentir esta serenidad en mi trabajo, en mi hogar, en mi vida como algo natural que es posible y que yo tengo que querer que así sea. Sentir y desear que así va a ser y que con ese empuje tengo que reincorporarme a mi cotidianeidad.
Los seres humanos tendemos al egocentrismo, a sentirnos centro del mundo y de los acontecimientos. Se sabe que existen otros seres, pero es como si no existieran. Pero en el momento que tu corazón se abre al conocimiento de “yo estoy aquí” pero también “yo estoy allí” porque el sentirme único me hace ver únicos a los demás, todo cambia, el ego se expande y la conciencia se unifica, se integra. A partir de ese momento, me serví el resto de los días de ciertos momentos dentro de la piscina para sentir que soy una con todo, para experimentar el aquí y el ahora y disfrutar al máximo de tanta belleza y placer y el gusto por cuidar de mi misma.
Terminé estos días, mi último baño bajo los chorros y con las luces tenues de piscina, viendo la luna asomar entre las grandes cristaleras del techo que cubría aquel maravilloso lugar y los vapores que apenas dejaban vernos a los pocos que allí estábamos.
Cuando yo tenía el centro de belleza y salud alternativa y quería penetrar algún producto a capas más profundas de la piel de un cliente-a, después de extender el producto en la zona la envolvía con papel osmótico o, más conocido popularmente como film transparente. Esto hacía que en breve tiempo, la crema o producto penetrara más profundo y directo, beneficiándose así la salud de dicho cliente-a. A esto se le llama osmosis.
Realmente, de manera metafórica podríamos decir que se produjo cierta osmosis que me ayudó a recuperar el equilibrio. El agua y los chorros, los lodos y el masaje, hicieron con gran éxito que mi cuerpo y mi mente entraran en preciosos estados de paz, salud, bienestar, armonía y conexión con el universo. Y por supuesto, mi actitud abierta a experimentar el bienestar y la armonía, a disfrutar del momento y dejar a un lado la tensión.
Queridos lectores, seguro que todos encontramos un momento para experimentar el bienestar a través del agua, los chorros y burbujas. Invertimos en salud. Siempre habrá alguna manera de poderlo hacer.
Os reto, por la salud y el bienestar de cada uno de nosotros.