Cerrando un año completo de toda clase de aventuras y desventuras, de muchos aprendizajes (tal y como deseo) y, sobre todo, de crecimiento personal y metas alcanzadas. Fracasos que para mí han sido oportunidades de camino a mis pequeños éxitos.
Un año en el que el respeto ha ganado las grandes batallas y preguntas internas. Amar, compartir, perdonar, confiar, comprender y, sobre todo, dar cuanto puedo y se.
Pido perdón por aquellos errores que he cometido, por mis equivocaciones, por aquellas decisiones que he tomado y han afectado a otros y que por ello les ha causado dolor o contrariado. Lo siento, de corazón.
Pido perdón por dejarme llevar al 100% por mi intuición y creer en mis pálpitos y percepciones. En defensa mía, me gustaría decir, que me soy fiel.
Me comprometo este año a ser más delicada y encontrar mejores opciones antes de cometer errores o equivocarme, reflexionar todavía más antes de tomar una decisión y medir mucho más las palabras para dañar lo menos posible si hay personas implicadas en esas decisiones.
Respeto el dolor que personas que amo me han causado, porque comprendo que algo debo aprender y no es solamente lo que resalta a la vista, sino que va más allá de palabras dañinas y no saben cómo expresarlas con amor. Por eso he aprendido que debo respetar, amar y agradecer a las personas que hicieron algo que me causó dolor, porque yo las elegí para que me enseñaran algo que sólo de ellos podía aprender. Y aunque a veces es duro, lo puedo comprender.
Todos formamos una red de aprendizaje para encajar las piezas del puzzle que crea la imagen de ruta para completar y ser quienes hemos venido a ser.
Respeto las mentiras y las palabras con mala intención. Prefiero amar porque me hace libre de cargas y me prepara para recibir todo de esta vida. Ante todo, ser ecuánime consciente, aunque a veces cueste.
Este año, entre muchas cosas, he aprendido que la comprensión está muy por encima de lo evidente y que va más allá de sentimientos, hechos y palabras, porque todo es como tiene que ser, todo tiene un propósito más elevado y no voy a crecer si no tengo esta visión de altura.
Así que, ha sido otro año positivo y maravilloso en el que yo elijo seguir siendo quien soy y caminando sobre tierra, sobre aire, sobre agua, sobre fuego y sobre metal. Con la brújula de mi intuición, con la voluntad y el amor que me conecta con mi esencia más allá a donde de verdad pertenezco.
Y sigo en este próximo año 2019 con mi propósito y mi misión, con los brazos abiertos y agradecida por cuanto el Universo me da y la fuerza que me viene de más allá. Abierta a lo que quiera darme y enseñarme, desde mi libertad.
Marla Sánchez
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