En este artículo os voy a hablar de un hongo llamado Kéfir. Desde hace tiempo es mi desayuno todos los días.
Este hongo cuando entra en contacto con la leche se fermenta y da lugar a una bebida con propiedades probióticas. Vamos, que la apariencia es como la de un yogur bebible.
Ya es sabido que los probióticos tienen grandes beneficios.
Nuestro aparato digestivo está lleno de toda una serie de bacterias que forman la microbiota o flora intestinal. Hablando más claro, es el conjunto de bacterias que viven de manera habitual en el intestino de los seres humanos y de muchos animales. La mayoría de estas bacterias no son dañinas para la salud, incluso muchas son beneficiosas participando en numerosos procesos fisiológicos. Pero si proliferan en exceso o existe una carencia, hay un desequilibrio que puede dar lugar a diversas enfermedades.
La flora intestinal no existe durante la vida en el útero de la madre, sino que se adquiere en el mismo momento del nacimiento al exponerse a especies bacterianas en este mismo momento, partiendo de la flora vaginal y gastrointestinal de la madre. Después, con la alimentación y la exposición al ambiente se van adquiriendo otras especies bacterianas.
Nuestro organismo tiene un control de la proliferación de las bacterias de la flora intestinal mediante procesos hepáticos que ejercen una depuración y prevención. En fin, es complicado de explicar.
Desde hace mucho tiempo, mis investigaciones me dan a entender que esto que estoy explicando es muy importante y mis reflexiones me llevan a pensar y me atrevo a decir que por las bacterias intestinales entran todas las enfermedades del siglo XXI.
Los probióticos están destinados a mejorar y promover el desarrollo de la población de bacterias beneficiosas intestinales. Cuando crecen en el intestino, se adhieren a la mucosa de este y evitan que otras bacterias dañinas (que entran por la alimentación) se implanten y ejerzan negativamente sus funciones y colonicen el intestino de manera patógena.
Hay distintos probióticos, pero por lo general podríamos decir que protegen y promueven la salud intestinal y la función inmunitaria. Beneficiosos para combatir las diarreas (en cualquier edad), y también enfermedades inflamatorias como el síndrome de colon irritable. Previene el cáncer de cólon, por supuesto, ya que al instalarse en las paredes intestinales, no permite que se forme el fecaloma.
Y algo muy importante es, que mejora la intolerancia a la lactosa. Porque estos hongos y bacterias probióticas se comen toda la lactosa mediante esa fermentación. Por ejemplo, el Kéfir (hongo), vive gracias a la lactosa de la leche.
Existen tres tipos de Kéfir: de agua, leche y té. Del que yo os hablo es el de leche, a pesar de tener una intolerancia a la leche, no he tenido ningún problema al tomarlo, al revés, me beneficia y me equilibra. Los gránulos del Kéfir tienen un aspecto parecido al de la coliflor.
Propiedades del Kéfir:
Por supuesto y como antes he dicho, refuerza las defensas del organismo, y especialmente durante la recuperación de algunas enfermedades.
Reumatismo, artritis, fortalecimiento óseo, asma, estreñimiento, diarrea, hipertensión arterial, úlceras gástricas, mala digestión o mala absorción de alimentos regulando el transito intestinal, reduce el colesterol, enfermedades inflamatorias crónicas y por supuesto, como complemento nutritivo en nuestra vida diaria y muy especialmente para los que padecen cáncer o sida.
También posee un gran poder desintoxicante y equilibra el ácido básico.
Maravilloso para los que sufren de cansancio y estrés.
He leído por ahí que según un estudio publicado por The Food Institute señala que reduce los síntomas de la intolerancia a la lactosa en adultos (como sabéis lo tengo comprobado). Por este motivo puede darse también a los bebés y a las mujeres en lactancia o embarazadas. Pero esto de los bebés ya no tengo ni idea, porque no se de nadie que lo haya probado en este estado de lactancia o dado a sus bebés.
En resumen, el Kéfir nos refuerza las defensas de manera espectacular y nos ayuda a conseguir un organismo más fuerte frente a agresiones que nos llegan del exterior.
Tenemos que tener en cuenta que el Kéfir no es un medicamento, pero como decía Hipócrates: “Que tu alimento sea tu medicina”.
Los nódulos de kéfir no se compran, siempre parten de alguien que los tenga. Existen comunidades dedicadas a difundirlo, y también algun@s amig@s, como una servidora que estamos dispuestos a proporcionaros unos nódulos de manera gratuita y explicaros de cerca todo el proceso de cuidados de este ser vivo que amo como si fuera mi hijo y al que doy gracias cada día cuando le doy de comer y obtengo de él todo lo que desecha que es lo que yo necesito. Aprovecho para dar las gracias a mi amiga Marisol que me pasó los nódulos y me enseñó todo lo que tenía que hacer para cuidarlo.
INTRUCCIONES:
- Cuando tenemos los nódulos de Kéfir, aunque sean pocos no importa, porque conforme los alimentas bien, crecen. Los introduces en un tarro de cristal. Es muy importante que los utensilios de cocina que se usen (incluido el colador) no sean de metal ni aluminio, sino de plástico, porque sino dañan las propiedades de este hongo
- El paso siguiente es añadir la leche, dependiendo de la cantidad de nódulos que tengas. Normalmente, al tamaño de una nuez de nódulos en un tarro de cristal de de 700 ml, se le llena de leche entre 400 y 500 ml. Parece complicado pero no lo es tanto, solo hay que entenderlo bien y realizar este mecanismo a diario, es decir, cada 24 horas.
Hay gente que dice que la leche que se le añade al kéfir debe estar a temperatura ambiente, esto da igual. Yo la tengo en el frigorífico y la añado cada día sin ningún problema.
La leche puede ser entera, semidesnatada o desnatada. Hay quien le hecha soja, todo es probar. Yo utilizo la semidesnatada de Carrefour ecológica, calidad y buen precio, aunque un poquito más cara.
3. Después se tapa con un paño o una gasa (la tapa no se utiliza para nada, así que la podéis desechar) y se le pone una goma para sujetarla. Esta gasa permite que pase el aire y el Kéfir no agríe la lecha. Hay quien lo guarda en lugar oscuro, yo lo tengo en la cocina en una repisa donde entra mucha luz y no me ha dado problemas. Debe reposar 24 horas a temperatura ambiente hasta volver a realizar este intercambio.
No se debe guardar en el frigorífico, ya que le proceso de fermentación no se realiza en frío. Yo solo lo guardo en el frigorífico cuando voy unos días de viaje para que se ralentice el proceso y luego al volver lo saco, desecho la leche y pongo nueva para llevar el proceso normal de 24 hras. En el caso de salir muchos días de viaje, será mejor lavarlo un poquito y secar los nódulos con un paño de cocina y liados en film transparente sin aire, congelarlos.
4. Entonces, cuando pasan las 24 hras, quitamos la gasa (que la tengo sujeta con una goma) y cuelo el contenido del tarro (recuerdo que el colador y la cuchara debe ser de plástico), removiendo bien y cuidadosamente los nódulos en el colador para extraer bien todo el líquido. De esta manera separamos los nódulos del Kéfir. Echamos los nódulos de nuevo en el tarro (si está limpio) o en un tarro nuevo (yo siempre tengo dos en danza pues lo cambio cada día). Y el Kéfir nos lo podemos tomar desde ya, por supuesto añadiéndole azúcar de caña a ser posible o normal. Y así cada día.
También se puede añadir a un batido de frutas y el sabor es como el de un yogurt de frutas. Está riquísimo. Más adelante explicaré como hacer queso o patés con kéfir.
No olvidar, que como todo ser vivo, los nódulos crecen. Por lo tanto, habrá que ir separando y dejando el tamaño de la nuez, o si queremos más, ir añadiendo más leche y en consecuencia el tarro más grande, porque siempre hay que dejar una pequeña cámara de aire. Digamos que el tarro se suele llenar unos ¾ de leche (con los nódulos dentro).
En el caso que no queremos más como he dicho antes, se pueden separar y lavar los separados y congelarlos en film transparente, ya que así se conservan para quien los necesite o si alguna vez se te estropea. Luego solo tienes que activarlos, pero eso lo dejo para otro capítulo o para que investiguéis vosotr@s por Internet. Pero sí tengo que decir, que si lo cuidas bien, puede durar muchos años.
Y todo esto es cuanto tengo que compartir sobre el Kéfir. Espero que os haya gustado.
Cualquier duda que tengáis, consultadla por aquí, por facebook para que a otros les sirva o por privado a blogholisticosistemico@gmail.com
Besos
Marla
Deja una respuesta