Los trastornos de la personalidad afectan a la población entre un 5 y 15%. Es una patología que se da tanto en hombres como mujeres.
Cada vez son más las personas afectadas por estos trastornos los que acuden a psicoterapia, pero realmente muchas de estas personas no han sido diagnosticadas, cuando los primeros síntomas aparecen en la adolescencia o poco después.Las personas que sufren de estos trastornos les cuesta adaptarse al entorno y sufren por ello. Así, por este motivo, yo diría que el verdadero problema empieza en la infancia y ahí, en esta etapa es donde habría que buscar la raíz del problema. Cuántos niños antes de los 7 años comienzan una vida de no adaptación al medio y así crecen, encerrados en sus cuartos, creando su mundo y su espacio donde sentirse cómodos, viéndose obligados y superados cuando tienen que acudir a la escuela.
La manera de ser y de relacionarse con el entorno, digamos que es el sostén, el pilar donde se construye toda la vida psicológica del ser humano. El sufrimiento que generan los trastornos de la personalidad no tiene que ver en sí con el ambiente, sino con la estructura y la base donde se asienta la educación desde la niñez.
Hay algunos trastornos de la personalidad bastante graves, que en la etapa adulta se agravan, repercutiendo más todavía en las personas que conviven con la persona que los padece. Así, podríamos decir que el acompañante también lo padece.
He vivido procesos con algún cliente que ha sufrido o sufre algún tipo de trastorno de la personalidad, y es muy difícil para el paciente en sí, asumir muchas veces lo que le ocurre. Por ejemplo, un TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) que sufre constantemente por el orden, la limpieza, higiene… y son controlados por estos pensamientos constantes que los alteran gravemente viviendo con mucha ansiedad ciertos episodios. Tuve una clienta que sufría este trastorno y que tenía miedo a las radiaciones, y a pesar que intentaba confiar en los que la querían (marido, hermanos, hijos…) ella no podía evitarlo y si entraba a un hospital, eso hacía que se desencadenara una crisis que no la dejaría tranquila hasta que su mente no le rebuscara con ideas envueltas en radiación. Volvía del hospital y al entrar a casa era como un ritual, en el que nada más entrar a casa, se quitaba la ropa y la metía a la lavadora sin rozar nada y se metía a la ducha restregándose hasta sentirse desinfectada de radiaciones que pululan por el hospital. A continuación, la toalla con la que se había secado pies y cuerpo, y todo lo que pudiera haber tocado iba a la lavadora para ser desinfectado con muchos grados de calor y buen detergente (a veces hasta dudaba si el detergente era bueno y tiró ropa recién lavada). Limpiaba el suelo que había pisado, las llaves y utensilios tocados desde el hospital hasta su casa, llegando incluso a tirar algún objeto que considerara no bien desinfectado. Cuando llegó a mi por otro motivo que no era su trastorno, me dijo que le estaba afectando mucho para hacer todo aquello en la vida que quería hacer, pues hasta empezaba a dudar que la lavadora no desinfectaba porque había cogido radiaciones. Esta persona no podía tocar ninguna manivela, ni pasamanos, ni puerta externa a su casa, sin tener que hacer después en casa una profunda desinfección, sin tener en cuenta a su marido e hijos que llegaran a casa. Debo decir, que cuando íbamos arrancando el proceso, al salir un día de la sesión, en una conversación lúcida y tranquila, llena de conciencia por parte de ella, se me ocurrió bromear con su trastorno, para que lo viera desde otra perspectiva y tras un rato de humor, salió de mi boca la idea de que los móviles y los microondas tenían radiaciones. Jamás volvió para seguir el proceso (le di más trabajo a su psicoterapeuta). Ser consciente de la totalidad del trastorno que se tiene es, la mayoría de las veces, más estresante, pues cuando uno cae en crisis se da cuenta de lo que está ocurriendo, y aunque no quiera, le supera y entonces, la ansiedad es inevitable. Esto va deteriorándolo cada vez más afectando no solo las emociones, el pensamiento y el comportamiento, sino también las relaciones, los ámbitos de la vida de la persona en cuestión. Pero yo sigo pensando que cuanto más consciente se es mejor encaras la enfermedad. La película “Una mente maravillosa” basada en la vida real del genio matemático y premio Nobel, John Nash, y su lucha contra la esquizofrenia es un gran ejemplo de enfrentarse a una enfermedad, utilizando su propia destreza mental para combatir sus alucinaciones, y finalmente, lo logra. La manera espectacular de enfrentarse a los trucos de su mente y su lucha por diferenciar los personajes reales de los imaginarios hace que te de fuerzas para luchar por cualquier cosa en la vida. Aunque hoy día hay muchos medios de trabajo para ayudar a este tipo de pacientes, es inevitable una medicación en la mayoría de los casos. Por suerte, la medicina homeopática es una gran ayuda también para estos trastornos. Pongo a continuación un enlace para quien quiera saber un poquito más sobre la medicación homeopática, aunque ya sabéis que siempre es importante que os guíe en esto un homeópata.
http://neurobudismo.wordpress.com/2008/10/09/fenotipos-y-reactividades12-medicamentos-homeopaticos/
En cuanto a la familia que le rodea a un afectado por uno de estos trastornos, cada uno lo vive de una manera diferente, pero sí que es peligroso cuando hay niños de por medio, en este caso porque nunca sabemos por donde van a ser afectados y hasta donde los hechos van a calar en el niño, que puede escoger guardar para después o expresarlo de alguna manera presente. Si el trastorno lo sufre la madre que es el vínculo más fuerte con los hijos, ocasiona un gran desorden familiar. Tuve un caso de una adolescente de 15 años, que vino a mí para conseguir ciertas cosas en su vida de cara a su futuro cercano. Me parecía increíble su gran personalidad y lo claras que tenía las cosas. En algunos momentos me parecía estar hablando con una adulta. Me parecía increíble, pues cuando hablaba del ambiente del instituto, era más una visión de un adulto a la visión de una joven. Claro estaba que ahí había gato encerrado, aunque mi trabajo no es entrar en materia de psicólogo, sí lo es detectarla para en su caso remitirle a otro profesional. Así que, fuimos avanzando en el proceso de coaching y a través de él, como bien sabéis que ocurre los que lo habéis experimentado, surgieron temas de fondo que ella debía plantearse si quería avanzar y conseguir sus objetivos. Un día que ella venía enfadada, arisca, retorcida y superpesimista, tarde lluviosa y oscura… me dijo que no quería ser como su madre. Para mí fue bastante sorprendente, pues para ella y como lo expresaba era demasiado evidente que ese sentimiento le impedía avanzar en la vida. Lo primero que yo le dije es, que tiene que reconciliarse o llegar a un pacto con aquello que la paraliza. Ella me dijo que su madre sufría un Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) y Trastorno Afectivo Bipolar (TAB) y que había presenciado el intento de suicidio cuando ella era más joven. Esta fue la piedra más grande con la que nos encontramos en este proceso. Lo más importante es que ella tenía claro que quería avanzar, no estancarse, y si para ello tenía que dar un lugar en su corazón para alguien tan importante como era su madre que le dio la vida por la cual está aquí, a pesar de todo el daño ocasionado a la familia, estaba dispuesta a hacerlo.Por supuesto, no lo hizo rápidamente, pues realmente se habían invertido los papeles madre-hija y ahora había que volverlos a invertir para que todo fuera correcto, pero sí a lo largo del proceso, fue dando pasos insospechados, cambiando creencias limitantes que no le permitían asumir sus propios valores y sus carencias como parte de un todo que es. Asumiendo que ella está aquí en esta vida con algún propósito del alma y que para ello necesitó que su madre y su padre estuvieran juntos. Es realmente algo grande que agradecer, algo por lo que hay que encontrar un lugar en el corazón para ambos, por duras que hayan sido las circunstancias de la vida, pero reconocer esto la dejaría en paz y en consecuencia lista para llegar plenamente a cumplir con su objetivo. Y así fue. Estoy muy orgullosa de ella, porque también dio lugar a esa niña que nunca pudo ser por el efecto de vivir con una persona que sufre un trastorno de la personalidad y dejó, a pesar de su madurez prematura, que esa niña también se divirtiera e incluso pataleara y se revelara. Justamente, haber encontrado el freno y el acelerador óptimo para hacer el recorrido por la vida con los objetivos claros y con plena satisfacción de una dirección única.
A continuación y para terminar el artículo de hoy, os pongo un cuadro del DSM-IV (Manual diagnóstico y estadísticas de los trastornos mentales que emplean los psiquiatras y psicólogos) con los tipos de trastornos de la personalidad divididos en tres grupos:
Grupo A (trastornos raros o excéntricos)
- Trastorno esquizoide de la personalidad: personas que no necesitan a los demás. Son fríos e introvertidos. Viven muy aislados. Este trastorno comparte muchos rasgos con la esquizofrenia pero es menos grave. Tiene mal pronóstico porque es difícil que la persona que lo sufre se vincule a un tratamiento.
- Trastorno esquizotípico de la personalidad: las personas que lo padecen tienen relaciones personales muy pobres. Además, se comportan y hablan de una forma rara, tienen ideas alejadas de la realidad, son un poco paranoicos. No hay que confundir este trastorno con la esquizofrenia, porque los esquizotípicos están mucho más conectados con la realidad y no tienen alucinaciones.
- Trastorno paranoide de la personalidad: los afectados interpretan casi siempre las conductas de los demás como malintencionadas. Son personas muy desconfiadas, irascibles y suspicaces. Intentan comportarse de forma fría y distante con los demás porque tienen miedo de que éstos descubran sus presuntos puntos débiles y se aprovechen de ellos.
Grupo B (trastornos dramáticos, emocionales o erráticos)
- Trastorno antisocial de la personalidad: personas sin respeto por las normas sociales o los derechos de los demás. Muchas caen en la delincuencia. Tampoco tienen ningún sentimiento de culpa. Está considerado como uno de los trastornos de la personalidad más difíciles de tratar porque la persona que lo sufre difícilmente reconocerá que tiene un problema. Antiguamente, eran conocidos como «psicópatas». Es frecuente que durante la niñez sufrieran algún tipo de abandono emocional.
- Trastorno límite de la personalidad: uno de los trastornos de la personalidad más graves porque presenta una alta tasa de suicidio. Se caracteriza por inestabilidad emocional, impulsividad, autoagresiones, intentos de suicidio, sentimientos crónicos de vacío y miedo al abandono real o imaginario. Afecta a tres mujeres por cada hombre. Las personas que lo sufren suelen caer en conductas de riesgo como promiscuidad o consumo de drogas. Algunos estudios señalan que es frecuente que hayan sufrido algún tipo de abuso sexual durante la infancia.
- Trastorno histriónico de la personalidad: los histriónicos actúan de una forma muy exagerada y dramática porque quieren llamar la atención. Pueden ser personas perfectamente integradas, con muchas relaciones sociales, con éxito laboral. Son seductores, están muy pendientes de lo que los demás piensan de ellos, necesitan ser el centro de atención, son muy expresivos y exagerados con las emociones (los demás suelen tener la sensación de que son muy afectados) y cambian de estado emocional de forma muy rápida en función de sus intereses.
- Trastorno narcisista de la personalidad: los narcisistas tienen fantasías de grandiosidad y éxito, necesitan llamar constantemente la atención, no pueden empatizar con los demás, necesitan su admiración y son muy pretenciosos y soberbios. Son muy sensibles al fracaso y la crítica. Esperan ser admirados. Y, si no se sienten así, creen que les envidian. Este trastorno puede ser muy grave y es muy difícil de tratar.
Grupo C (trastornos ansiosos o temerosos)
- Trastorno de la personalidad dependiente: quienes lo sufren necesitan de manera desesperada a los demás para satisfacer sus necesidades psicológicas, incluso para tomar las decisiones más sencillas y tienen mucho miedo a ser abandonados. No les gusta sentirse solos. Es uno de los trastornos de la personalidad más habituales.
- Trastorno de la personalidad por evitación: la característica principal es un patrón general de inhibición social y de sentirse inadecuado o fuera de lugar. Sufren por su aislamiento. Los afectados son muy sensibles a las opiniones que los demás tienen de ellas. Pero no responden con rabia si sienten rechazadas, sino que optan por la sumisión. Necesitan gustar a los demás, tienen pánico a hacer el ridículo y evitan el contacto social en la medida de lo posible. Este trastorno se parece mucho a la fobia social, por lo que a veces es difícil de diagnosticar.
- Trastorno de la personalidad obsesiva-compulsiva: estas personas están muy preocupadas por las reglas, el orden y el control. Tienen muchas dudas y preocupaciones y son muy perfeccionistas, escrupulosos y obstinados. Se quejan de que se sienten invadidos por pensamientos que no pueden controlar. Se da con más frecuencia en los hombres. Suelen mejorar de forma más rápida y evidente que el resto de los trastornos de la personalidad.
La enfermedad no es algo malo, es la oportunidad de demostrar lo que vales si sabes llevarla con dignidad y buen humor.
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