Difícil tema el del suicidio. Me ha tocado algo de cerca, la muerte de un hombre joven, que elige marcharse de esta vida, el dolor de su familia, la incomprensión de los que lo aman.
Unos piensan, “que egoísta”, otros “que cobarde”…y en realidad, nadie sabe. Se produce una impotencia, mezclada con culpabilidad, con miedo. Uno se siente realmente engañado, timado por aquel que estuvo a nuestro lado y no supo pedirnos ayuda…Esto es una carga para la familia, que si no se libera pasará de generación en generación.
De ahí mi reflexión desde la mirada de constelaciones familiares.
Lo primero que genera el suicidio en los demás es miedo, por lo tanto, nuestra reacción es excluir, posiblemente no se hable demasiado en la familia, de ese hermano, tío o padre que se suicidó. Mezcla de miedo y vergüenza.
Bert Hellinger dice respecto a esto:
La solución es que se mire a quien se quitó la vida y se le diga: “Yo respeto tu decisión, no obstante tu seguirás siendo mi padre, mi madre, mi hermano, mi hermana…” De ese modo se asegura su inquebrantable pertenencia a la familia. Entonces nadie necesitará copiarlo y a partir de la implicación con su destino repetir su misma historia.
Para los descendientes la solución consiste en reincorporar a los fallecidos. De esa manera el riesgo de un nuevo suicidio dentro del grupo familiar se reduce notoriamente.”
Al excluir en el sistema a un familiar lo que ocurre es que, para compensar esa exclusión, más adelante y por amor, otro de los componentes de ese sistema cargará con esa historia para que sea mirada, comprendida y no quede en nuestra familia nadie sin ser reconocido, por muy negativa o vergonzosa que nos parezca su acción.
Según Constelaciones se trata de incluir, no de excluir. Esto es lo maravilloso del sistema familiar, que por amor, se compensa.
Yo, personalmente no sé las razones por las que una persona se quita la vida, lo que si sé es que merece todo el respeto del mundo. Hay personas que no soportan el dolor. Que están profundamente dañados por pérdidas o por injusticias, que son incapaces de sostenerse en pie. La vida les ha golpeado duramente y qué si no son héroes, tampoco cobardes. Lo que sienten es que ha llegado su momento de marchar, sin mirar al lado, solo hacia delante, e inician un viaje del alma hacia la reconciliación, hacia la paz, hacia la Luz.
Total respeto a esta persona, no debe ser nada fácil tomar esa decisión y no quiero pensar los momentos previos a dar este paso, debe ser algo muy duro.
También dejar a su familia y el gran dolor que estará pasando esta, que estará llena de preguntas…