Recicla tus pensamientos y emociones.
Somételos a un proceso de transformación para que puedan ser nuevos y frescos.
Si hoy llego a casa triste por algún motivo, transformo y transmuto esa emoción atrayendo a mi vida aquello que me hace sentir alegre, y así lo transformo y lo reciclo.
Si hoy tengo ganas de gritar, porque estoy enojada, voy a gritar aquello que me divierte, que me hace sonreír, hasta encontrar la serenidad.
No puedo cargarme de pensamientos y emociones que me espesan la conciencia, que me nublan, me atascan, me paralizan, me restan fuerza, no me dejan ver con claridad mi camino. Esto me agota las baterías de mi energía vital.
Así que, cada día, reciclo mis pensamientos y emociones, soltando así mi pequeño lastre diario y caminar al empezar el día ligera de equipaje.
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