Todas las noches cuando llego del trabajo a casa, me encuentro en el camino esta impresionante tela de araña con su creadora especialmente posicionada. (Por cierto, da miedo de lo grande que es)
Y cada noche la antena de mi coche la destruye. A pesar de que intento no rozarla, sin más remedio la rompo justo por la zona central. Y a veces me la he llevado enganchada.
Confieso que me causa cierto dolor y malestar. Me da que pensar.
Después de un mes así, rompiéndola cada noche, he podido encontrar la maestría de este hecho.
Cada día tomamos nuestro camino con un destino claro e inevitable. Sin embargo, nos cruzamos en la vida de otras personas e interrumpimos o interferimos inconscientemente en sus destinos. Podemos ser conscientes, pero nuestro rumbo fijo a veces toca a otros y les causamos un daño.
Si la encuentro cada noche, es porque cada tarde vuelve a tejer de nuevo su red perfecta, al igual que cada noche yo vuelvo a casa. Lo cual significa que poco le importa si la destruyo, porque su propósito es claro también y ella, de manera resiliente vuelve a tejerla una y otra vez, y todas las veces que haga falta por su empeño, su constancia y su propósito. Lo tiene claro.
Así que, si ambos caminos se cruzan y es inevitable el roce y que alguien sea perjudicado, lo mejor es valorar y admirar a los otros y sus caminos, respetar sus procesos y propósitos en la vida. Y sobre todo, valorar lo que cada día construyen con esmero y esfuerzo para evolucionar o para cumplir con el sentido de su vida. Cada uno lleva su camino. También respetar mi camino, tener clara mi dirección amando y valorando el esfuerzo y la claridad de mis decisiones.
Yo puedo hacer un daño a otro sin quererlo al llevar mi dirección, pero soy consciente de mi paso y del daño que puedo causar inevitablemente a otros y siento dolor, pero también admiración, adoración y agradecimiento por lo que me enseña.
Respeto por el proceso de otros, aunque en algún punto del camino les perjudiquemos al cruzarnos.
Así que, mucho cuidado al pasar caminando.
Perdón, y gracias gracias gracias
Marla Sánchez
Deja una respuesta