Pues ni una cosa ni otra. La gente por lo general se va a los extremos. Yo lo entiendo mejor si digo fortaleza o debilidad.
Las fortalezas y debilidades en una persona son el conjunto de virtudes, capacidades y rasgos positivos, así como las carencias o rasgos negativos por otro lado. Ambas dependen de distintas situaciones o contextos. Lo que alguien considera una debilidad para otro es una fortaleza.
Generalmente, las fortalezas harán que una persona destaque positivamente, mientras que las debilidades producirán un efecto contrario. Y socialmente es como se mira y se entiende. Sin embargo, a mí me gusta mirar más allá.
Considero que los extremos nunca fueron buenos. Y cuando me hallo con este tipo de situaciones en las que la gente opina y resuelve rápidamente sin abrir un poco más el músculo cerebral y añadir una visión más liberadora para los que se sienten afectados, no encuentro la paz hasta que no lo resuelvo en mí.
Suponiendo que por ejemplo, como dicen por ahí, la empatía es una fortaleza y la indiferencia una debilidad (aunque yo mejor le digo “carencia”); el hecho de ser una persona brillantemente empática no quiere decir que guarde un equilibrio. He visto muchas personas empáticas que al ponerse en el lugar de otro han cargado con una afectividad desmesurada sin ninguna perspectiva ante el estado emocional de la otra persona. Por lo tanto, lo que parece ser una fortaleza podría ser una debilidad.
Hay personas que aparentan ser fuertes y en realidad es un escudo que protege debilidades. Nos han educado para no mostrarlas y mejor mostrar la fortaleza.
Así que, ser fuerte o débil para mí, es algo que no entra ya en una conversación normal en mi vida. Para mí, tanto la fortaleza como la debilidad, es la credencial de un auténtico ser. Prefiero hablar de términos que expliquen o expresen mejor cómo somos los seres humanos por dentro y cómo actuamos, con fortalezas y debilidades que nos acompañan y aclarar mejor los términos añadiendo otra perspectiva distinta a las establecidas socialmente.
Cuando tenemos conocimiento de nuestras debilidades, de manera automática e inconsciente buscamos esconderlas o disimularlas. Sin embargo, ocurre algo más. Tenemos la tendencia a reforzar, alimentar y compensar con algún aspecto que destaque positivamente y, de esta manera, no esté tan a la vista nuestra debilidad. ¡Esto es maravilloso!… En realidad, lo que hace una carencia es incitarnos a desarrollarnos y ser mejores en otros aspectos.
Con lo cual, ambas, fortalezas y debilidades, ¡son las grandes maestras de nuestra vida!… Invisibles, silenciosas, insistentes, espejos que nos muestran nuestro auténtico ser y nuestra belleza interna, nuestra maravillosa imperfección, nuestra capacidad de superación, nuestra asombrosa resiliencia y nuestras posibilidades de ser mejores personas.
Así, doy gracias a mis debilidades que me muestran cada día el trabajo de amor por mí misma que tengo que hacer, de aceptación y tolerancia, de respeto y gratitud. Sin mis debilidades no habría presión y apego para darme cuenta de la energía que libera mis fortalezas y buscar insistentemente el equilibrio entre ambas.
Marla Sánchez Coach
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