Pues así es. Hay personas que se inventan, suponen y configuran hechos en sus mentes y que luego divulgan y juzgan sin piedad, sin haber preguntado, verificado y hablado con las personas en cuestión de las que se encargan de divulgar ciertos mensajes.
Esta mañana, hablaba de este tipo de situaciones con una clienta a la que acompaño, que está sufriendo el juicio de una amiga que no sabe de lo que habla y ni siquiera le ha preguntado por aquello que la juzga. Y lo único que hace es divulgar entre el resto de amigos con mente pequeña aquello que ha inventado y dado por supuesto, sin saber en realidad si eso es tal y como ella piensa. Sin preguntarle directamente y hablar con ella.
En realidad, esto hace mucho daño. Primero a la persona divulgadora y segundo, dependiendo del bulo o falso pensamiento, también hace daño a la persona de la que se habla en cuestión.
Reflexionando sobre esto, la única conclusión a la que hemos llegado es que, ante tal situación es mejor dejar que esa persona siga su camino y que aquello que divulga siga su curso. No hay que entrar en ello. Debe respetar su elección sabiendo que todo acto tiene su consecuencia y que su amiga ha elegido el camino más complicado que le llevará más lejos porque así lo ha elegido.
Hace tiempo, que personalmente aprendí eso. Es difícil, pero hay que respetar el proceso de los demás, especialmente cuando eligen un camino que tú puedas considerar equivocado, pero que quizá el otro debe vivir para aprender algo importante, al igual que tú mismo. Pero lo más difícil es cuando el otro por elección se está dañando a sí mismo y tú lo estás viendo sufrir en todos los niveles: físico, mental, emocional y espiritual.
Preguntar por parte del otro, y confiar en la respuesta, ésta sería la solución. Estar abiertos a conversar y sanar. Mirar a los otros con amor y creer en lo que ellos son, nos pueden dar y nos dicen. Sólo así puede volver todo a su sitio y regresar al equilibrio. Como se dice popularmente, hablando se entiende la gente.
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