Son muchas las personas que a menudo intentan pararme de una manera u otra, o desviarme de mi camino. A algunos les cuesta entender por qué hago las cosas como las hago.
Cuando tengo algo en mi mente y siento que es lo que quiero, insisto en mí, soy constante y me empeño, sin prisas y sin pausa, y voy a por ello me cueste lo que me cueste.
Empeño toda mi energía en ello, porque creo en mí. Sí, es una fuerza muy potente que algunos no tienen y les cuesta entender que otros la tengan. Hay personas que no lo ven o quizá no lo entiendan y si están cerca de mí, imponen su razón insistentemente hasta que ven que ya no pueden convencerme. A eso le llamo visión. Y cuando tengo esa visión, nada me detiene, por eso, porque lo puedo ver.
A veces me gusta correr, otras ir más tranquila. Luchar, nunca dejo de luchar. Y si alguien se interpone en mi camino, con mucho respeto hacia esa persona, sigo el impulso de mi corazón y voy en la dirección de lo que siento y veo. No lo puedo evitar.
Sí, me he topado muchas veces… Sin embargo, en todas ellas siempre algo me ha dicho que no iba mal encaminada y que tenía que recorrer ese camino por algún motivo. Por esto mismo, sigo siendo asi, transparente y segura en mis decisiones, que generalmente no tomo a la ligera, mas bien son bastante meditadas cuando son cosas demasiado serias.
Y por encima de pasos, cambios y decisiones, está el pálpito, ese que siempre me guía y me indica el camino a seguir y al que le doy las gracias de mis éxitos diarios.
Confío plenamente en ese pálpito, pues sea como sea, de alguna manera que yo desconozco, hice lo correcto, aunque finalmente no lo entienda. Confianza plena.
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